jueves, 14 de junio de 2007

YSL, escándalos y honores


Aquella mañana fría de enero de 2002 en la que el modisto Yves Saint-Laurent anunciaba su retirada, el mundo de la Alta Costura sabía que apuraba sus últimos días de vida. Había sucesores; Tom Ford en esta casa de modas y John Galliano en la de su mayor rival: Dior. Pero nada comparable a la pureza del 'chic' que alumbró el siglo XX.
Mientras tanto, a este lado de los Pirineos los españoles teníamos que 'conformarnos' con Manuel Pertegaz y Elio Berhanyer tras la lamentable pérdida de Balenciaga.
Se acababa entonces la saga de leyendas vivas de 'atelier', dispuestas siempre a charlar de tú a tú con auténticas 'madames'; nada de actrices venidas a más -como ocurre actualmente-, a excepción de Audrey Hepburn con Givenchy y de Catherine Deneuve con el propio Saint-Laurent, quien se llamara otrora Henry Donat Mathieu.
Llegó, pues, el fin de los pases privados a la hora del té, de las alfombras llenas de hilos y retales, de los alfileteros en la muñeca, de las cintas métricas alrededor del cuello sobre batines blancos. De los maniquíes de madera que hacían las veces de mejor percha para un traje y, de lo que es más triste, de las frases célebres, porque sólo a un maestro de la talla de YSL se le ocurrió decir: "La prenda más bella que puede vestir una mujer son los brazos del hombre que ama. Para las que no han encontrado esa felicidad, estoy yo".
El 'couturier' nació el 1 de agosto de 1936 en Orán (Argelia), ciudad de la que nunca conservó buenos recuerdos. "Por mi homosexualidad yo no era como los otros niños del colegio, quienes hicieron de mí su víctima propiciatoria. Me encerraban en el cuarto de baño, me pegaban, me insultaban...". Buscó refugio en las faldas de su madre, regazo que luego se convirtiría en su auténtica vocación.
"Cuando soplé las velas de mi noveno cumpleaños, pedí que mi nombre se leyera con letras luminosas en los Campos Elíseos". Su ambición por triunfar era el mejor plato frío de la venganza que podía brindarle a sus pequeños compañeros. En 1953, con 17 años y parapetado ya tras sus gafas de pasta negra y su nuevo nombre artístico, recibió un premio por el boceto de un traje de cóctel con corte asimétrico. Gracias a él, aterrizó en París, sin tardar en pasarse por las redacciones de las revistas más prestigiosas del momento para mostrar sus diseños. Así consiguió que le presentasen a Christian Dior, quien no dudó un instante de reclutarle en su equipo.
Su relación con 'monsieur' duró más de dos años y, a su muerte, le sucedió con tan sólo 21 en su haber. Pero le llamaron a filas y tuvo que cumplir, situación que le costó su primer ingreso en un psiquiátrico. Cuando volvió París, en Dior ya le habían sustituido, así que creó su propia firma respaldado por su amante y compañero hasta la fecha: Pierre Bergé. Pronto acaparó las portadas de Harpers Bazaar, Elle, The Face y Vogue. Y es que fue el responsable de que las mujeres se atreviesen a lucir pantalones en sus mejores galas, a enseñar sus encantos bajo transparencias, a ponerse unos pirata, a estampar en sus blusas cuadros de Mondrian y Goya, a enfundarse una sahariana, a no relegar el negro al luto. Coco Chanel le confió su legado espiritual, quizás por su mismo empeño en vestir a las féminas con trajecitos sastre.
Se comentó mucho que su firma, con sede en el número 5 de la ciudad del Sena, llegó a superar en facturación de divisas a Renault allá por los 80. Cifras astronómicas que transformó en excentricidades aplicadas tanto a su vida profesional como personal; era frecuente verlo completamente ebrio al volante de su Golf descapotable con Andy Warhol como copiloto o de barbitúricos hasta las cejas cada vez que discutía con su pareja. De aquellos delirios es fruto, por ejemplo, su arriesgada ocurrencia de mostrar modelos desnudos para promocionar perfumes.
A pesar de rozar el límite internándose sucesivamente en clínicas 'de reposo' -¿desintoxicación?-, a Yves Saint-Laurent nunca le faltó el apoyo de la crítica, que le concedió el Oscar de la moda en 1985. Además, fue el primer modisto al que el Metropolitan de Nueva York le dedicó una retrospectiva. Ya no se le ve en público, disfruta de su retiro en sus mansiones de Tánger y Marruecos. YSL es uno de los pocos genios que, para despedirse, vuelve a sus orígenes.

martes, 12 de junio de 2007

'Shopping' nocturno por Recoletos


Cuelgo otra 'cousiña' de gran interés también pero de fecha más cercana que el mercadillo londinense de La Latina:

El jueves día 14 de junio más de 20 comercios del madrileño barrio de Recoletos abrirán sus puertas hasta las 00:00 horas.

Participarán en este evento, bajo el nombre de “Noche abierta”, las siguientes tiendas: Almaty, Amore e Psique, Anjara, Cállate la Boca, Cose Cosi, D Cero, Dolce Casa, E Mio, Xpression Negra, Gandia Blasco, Home & Heaven, Step, La Comercial de Almirante, Las Bailarinas, Laura Caicoya, Martel Kee, Momo, Piamonte, Piazza Naviona, Próxima Parada, Santa Maria Novella y Santa Rita.

Para celebrar esta iniciativa se invitará a los asistentes en cada tienda a un cóctel de 20:00 a 00:00.

jueves, 7 de junio de 2007

Lo mejor de Londres, al fin en Madrid


AVISO A LOS NAVEGANTES:

Cuelgo esta nota de prensa que seguro os interesa...


Beefeater London Market trae por primera vez a Madrid los principales mercadillos de Londres.

La Latina se convertirá el próximo 24 de junio por la mañana en un típico mercadillo de Londres, con la selección más completa y moderna de medio centenar de puestos reales, traídos directamente desde Portobello, Camden Town y Covent Garden. Habrá de todo: míticos vinilos, 'vintage', fetichismo, prendas recicladas, artículos para coleccionistas, flores, moda, bisutería, decoración y, cómo no, 'fish and chips'.

Por primera vez, los vendedores ambulantes de Londres faltarán a su cita semanal en Portobello y Candem y viajarán con sus puestos a España. Por supuesto, en Beefeater London Market se hablará inglés, pero se impartirán clases para aprender expresiones útiles en el regateo. Los precios, marcados en libras, y la mezcla variopinta de razas, estilos y artículos transportarán a los visitantes a los míticos mercadillos londinenses.