jueves, 17 de mayo de 2007

Mademoiselle Chanel

Adjunto un texto que publiqué en 2004:
La excéntrica vida de Coco Chanel (Saumur, 1883-París, 1971) es la historia de una mujer que triunfó en los negocios, que creó un estilo propio en el mundo de la moda, pero que fracasó en el juego más arriesgado e importante para ella, el del amor.


La tristeza que le acompañó desde niña, abandonada por su padre en un orfanato, le persiguió hasta su muerte. La que fuera la diva más revolucionaria de su época, acabó sus días sola, en el hotel Ritz de París, despotricando contra Briggite Bardot, la minifalda y todo atisbo de modernidad que no hubiese inventado ella.

Su mala suerte en el terreno sentimental hizo mella en su carácter, afiló su lengua y menguó su cuerpo, pero ni eso ni los enemigos que se creó en vida lograron ensombrecer el legado de la considerada por los expertos la mejor diseñadora del siglo XX, con permiso de 'monsieur' Balenciaga.

Gabrielle Bonheur -con el apodo de 'Coco' ya ingresó en el expósito y, curiosamente, su apellido significa felicidad en francés-, se crió en un colegio de monjas, donde aprendió a coser. Su primera tienda la montó, tras la Primera Guerra Mundial, en Deauville; allí empezó haciendo sombreros, pero pronto se atrevió con los vestidos.

"Nunca vendería a mis clientas algo que no me pudiera poner yo misma", decía. Máxima que le auguró el éxito y que le permitió abrir, en 1920, un taller de Alta Costura en París, si bien la frase que más se recuerda de ella es la siguiente: "Una mujer nunca tiene suficientes joyas ni está nunca suficientemente delgada".

Desde sus comienzos, Coco hizo siempre lo que le dio la gana. Se inspiró en el uniforme del internado para crear su santo y seña, el traje negro con cuello y puños blancos. También se le ocurrió utilizar el punto -hasta entonces destinado a la ropa interior masculina-, para crear jerséis y otras prendas cómodas para ellas. Incluso llegó a coser a las camisas bolsillos delanteros para simular más pecho, uno de sus grandes complejos.

Ella es también culpable de que las mujeres empezaran a llevar pantalones y a cortarse el pelo a lo 'garçon'. Segura de sí misma por su sagacidad creadora, llegó a decir: "Hago trajecitos de hombre en talla de mujer".

En el amplio espectro de los complementos tampoco defraudó. Se arriesgó a combinar piedras preciosas con otras de fantasía y acertó a la hora de lucir perlas falsas en diversos tamaños para grandes collares y cadenetas, una tendencia que siempre vuelve a las pasarelas. Otro de sus inventos fue la tela guateada de su bolso-emblema, el 2.55, que sigue siendo el buque insignia de su firma, hoy capitaneada por el fantástico Karl Lagerfeld.
Y uno de sus más grandes logros alcanzó el universo cosmético: el perfume Chanel nº5, aquel que Marilyn utilizaba como 'pijama'.

La vida de esta fémina desgarbada y extravagante no sólo era sofisticada por el lujo que la rodeaba, sino también en el terreno personal. No se casó nunca, pero coleccionó amantes, entre ellos el famoso jugador de polo Arthur 'Boy' Capel, el músico Stravinsky, los pintores Cocteau y Dalí y los duques Dimitri de Rusia y de Westmister.

Todos acabaron dejándola, lo que le sumió en frecuentes depresiones, si bien jamás descuidó sus talleres ni sacrificó su deseo de triunfar en beneficio del amor. Al respecto, comentaba: "Cuando hay que elegir entre un hombre y la ropa, me quedo con la segunda. Siempre he sido una mujer aferrada a mis deseos y el trabajo es para mí una especie de droga... Aunque me pregunto si hubiera llegado a convertirme en Chanel sin ayuda de los hombres (...)". Entre otros retales verbales que dan fe de su carácter, se pueden añadir otras aserciones célebres como "El orgullo es la clave de mi mal genio, de mi energía y de mi éxito" o "La moda ha de dejar de ser travestismo de salón y bajar a la calle".

Hablando de sus conquistas, tampoco se quedó corta pues, al romper con ella el duque de Westmister y sustituirla por una joven noble, Gabrielle espetó: "Hay muchas mujeres en la historia con ese título, pero sólo una Coco Chanel".

Mademoiselle se movió en esferas sociales muy exquisitas -fue amiga de Picasso, Juan Gris, Grace Kelly, Marlene Dietrich, Ernest Hemingway, Pompidou y Chaplin-, pero este icono francés de la elegancia femenina disfrutó de su soledad hasta al final. Enganchada al tabaco y la morfina desde que se rompió una pierna esquiando al poco tiempo de cumplir los 30, desapareció longeva, a los 87 años, con la satisfacción de contar a sus espaldas con un inmejorable 'savoir faire' en el universo de la moda.

martes, 8 de mayo de 2007

Sevilla y olé



Del postureo de la Feria se disfruta mucho y se puede sacar buen partido. Hace unos días la visité por primera vez y, aparte de catar buen jamón, 'pescaíto' y rebujito, fui testigo de estampas folclóricas de lo más 'chic', como ésta que os enseño y en la que, como véis, un grupo de quinceañeras accedió a posar para mí. Las cinco, justo un rato antes, bailaban en corro (eran número impar) con estilazo enfundadas en unos trajes de flamenca muy llamativos, cada una de diferente color y estilo. Todas dan fe de la nueva moda que afecta a este tipo de atuendo. Falda ajustada lápiz hasta los volantes, mantón cortito en color liso, manga francesa, flor en la coronilla asomando por la frente y los lunares, si están presentes, mejor grandes. Me quedé con ganas de ponerme una bata de cola o lucirme en plan amazona, de corto. Al final opté por arreglarme más de lo normal, tirando a discreta, para observar bien lo que me rodeaba y tomar buena nota de ello. Con clavel rojo en el cuello bajo la oreja derecha, en plan Julio Romero de Torres, of course...