Como respuesta al movimiento 'flapper' -una corriente que abogó por el regreso al estilo griego de cajas torácicas completamente planas-, saltó a la palestra Ida Rosenthal, una emigrante judía a quien se debe el actual tallaje del sujetador. En otras palabras, a la 'injusta' numeración del supuesto pecho perfecto: la 90-C.
Tan segura del retorno al busto pronunciado, Rosenthal llegó a declarar en los 60 que no le molestaba que las mujeres quemasen sus sostenes como símbolo de liberación femenina. «Cumplidos los 35, ninguna de nosotras puede prescindir de ellos. El tiempo está a mi favor». Bien clarito: la ley de la gravedad hace estragos en todas.
Los 80 y los 90 aportaron al gran invento una innovadora tecnología que se traduce hoy en términos como cruzado mágico y 'push up', entre otros. Por ejemplo, la firma Playtex se acordó de las más poderosas y puso a su alcance los modelos reductores. Y Wonderbra hizo lo contrario; consiguió que las 'nadadoras' se metiesen monedas en el canalillo y posasen frente el espejo tan macizas como Eva Herzigova, protagonista de la primera campaña de esta firma que fue noticia hace unos meses por presentar un nuevo sujetador con 100 posiciones distintas en los cuerpos de 100 modelos en la plaza de Colón. Una original forma de celebrar el centenario colapsando el tráfico.
El nuevo milenio hace las delicias de los que consideran esta prenda un objeto de culto. Victoria's Secret, que contrató a Gisele Bündchen como 'pecho', perdón, como 'rostro' de la casa, llegó a cubrir un sostén con 2.000 diamantes en un alarde de lujuria. E incluso consiguió que la más rica de las modelos según la lista de Forbes posara con un ejemplar cuajado de cristales de Swaroski.
Hoy por hoy, el icono más emblemático de la lencería es reflejo de las tendencias en ropa que se suben a las pasarelas. ¿Que se lleva el 'look' cabaretero y el 'palabra de honor'? Ahí están Andrés Sardá y Totón Comella, por mencionar algunos diseñadores, inundando los cajones de la cómoda de terciopelos fucsias, tirantes transparentes, abalorios violetas, encajes negros tipo 'sado' y satenes rojo 'burdel'. Hasta el momento, la marca Dim se apunta el último tanto: un sujetador sin aros y con silicona para presumir de pechamen sin pasar por quirófano.
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